martes, 23 de junio de 2015

Amores de fin de semana



Mucho se ha hablado de los amores de verano, los por mientras y aquellos que podrían durar toda la vida. Pero, ¿qué ondita con esos amores exprés? Esos de un par de días, tan intensos y chingones, como efímeros.

Quizá son esos los que mejores recuerdos nos traen, los que aún nos hacen vibrar. Y es que en estos casos siempre queda la pregunta… ¿Y cómo hubiera sido de poder durar mucho juntos? Regularmente cuando el tiempo es tan corto no hay peleas, todo está de huevos y el sexo es maravilloso (porque, no nos hagamos los santos, muchos hemos tenido sexo con alguien desde la primera cita), así que cuando termina no hay algo malo que recordar.

Nos dejan un vacío en el estómago que no podemos explicar, una mezcla de felicidad y coraje. Contento porque sucedió, y enojado porque no pueda llegar a más. ¿Y si viven en diferentes ciudades, países; o peor aún, continentes? Por más que muchos sigan creyendo que el amor a distancia es 100% posible, la realidad es que dos personas que están lejos no pueden construir una relación completa juntos. Y pasado algún tiempo los mensajes van disminuyendo, las noches intensas por Skype pararon, hasta que dejan de hablar.

Pero, ¿qué pasa cuando realmente creías que podían llegar a algo más? ¿Que después de ese fin de semana juntos iban a seguir saliendo, conociéndose, quizá enamorándose? Cuando sabes que un “romance” no va a ser duradero, el golpe al acabarse duele menos, pero cuando pones tus ilusiones en una persona que en un par de días te removió sentimientos, y de pronto se va… Ahí es donde estamos jodidos.

Nos sacamos de onda, no sabemos qué falló o porqué de repente no volvemos a saber nada de él si en ese par de días todo iba increíble, nos rompemos la cabeza tratando de descifrar la razón del repentino desinterés, pensamos y pensamos sin llegar a alguna conclusión. ¿Te suena?

En alguna ocasión conocí a un vato por Grindr, llegó a mi casa y pasamos todo el fin de semana encerrados viendo pelis, platicando, echando el drink y cogiendo cada que teníamos ganas, la química se sentía cañona y los dos estábamos contentos. Pero al momento de irse vino la confusión, le pregunté cuándo nos veríamos de nuevo y me respondió con un rotundo “mejor no”, me dio un beso y se fue. WTF?!

¿Se trata de miedo a seguir conociendo a alguien con quien se puede dar algo chido? ¿Nomás quería pasarla bien ese fin de semana? ¿Al final se habrá dado cuenta de que no le gustaba para algo más? Las preguntas que te vienen a la mente son infinitas, y lo peor de todo es que jamás tendrán una respuesta. A lo mejor muchos de ustedes no se clavan tan rápido, probablemente sean de aquellos que desaparecen, o quizá tú que me estás leyendo has pasado por algo similar y entiendes el saque de onda. El punto es que cualquiera que sea el caso, no siempre tiene que existir un perdedor.

Muchos estamos tan acostumbrados a adoptar el papel de víctimas, culpando siempre al otro, deshaciéndonos de nuestra parte responsable y buscando consuelo por “lo que nos hicieron”, pero pongámonos a pensar desde el punto más básico. Si se conocieron en Grindr es casi lógico que el pedo era casual, sin compromisos ni promesas, ¿no? Entonces, ¿para qué te ilusionas o decepcionas si al final obtuviste más de lo que realmente esperabas? Tómalo como un plus, quizá tú tenías en mente un rato de pasión y saliste con besos, risas, plática y sueños de más, pero recuerda que eso no era lo que estabas buscando, sencillamente fue un extra de la noche.

¿Muy frío? ¿Pensamiento de zorra? Probablemente, pero a veces es preferible ver las cosas de manera realista que tirarse al suelo para que lo recojan. Lo más seguro es que en unos días, semanas o meses volverás a repetir la misma historia con un tipo diferente, ¿y estás dispuesto a atacar tu mente y gastar tu energía tratando de resolver el misterio del desencanto de nuevo? No está chido cometer los mismos errores sin aprender algo de ellos, tampoco está chido que siempre esperemos más de alguien.


Conocemos bien esa frase que dice que dar es mejor que recibir, los activos estarán de acuerdo, los pasivos pensarán diferente, los inter estarán en duda; pero al final, dejando de lado el sexo y llevándola a una ideología y forma de vida, el dar sin esperar nada a cambio siempre será mejor para cualquiera, porque entonces cuando el destino decide sorprendernos encontraremos respuestas a muchas preguntas, y probablemente ya no pensaremos “¿Y cómo hubiera sido de poder durar mucho juntos?”, sino que estaremos disfrutando de tener a alguien que no tuvo miedo, y decidió sí quedarse a nuestro lado.