martes, 12 de mayo de 2015

¿Cómo sabes que ya es tiempo de eliminar tus apps de ligue?



¡Ay, la putería! ¿Cuántos nos hemos dejado llevar por ella? ¿Quiénes no han disfrutado una, y otra, y otra, y otras tantas veces de esa rica satisfacción a veces no sólo sexual, sino también emocional que nos da el sabernos deseados por otros?

Si eres de esos que utilizan aplicaciones de ligue como Hornet, Grindr, Tinder u otras, entonces sigue leyendo. Porque en muchas ocasiones se nos cuestiona, juzga y critica por utilizarlas, se nos tacha de zorros y calientes, cuando me consta que muchos sólo son calienta huevos y nunca hacen nada; porque lo único que buscan es levantar su ego,  así como también me consta que están (¿o estamos?) aquellos que sí han recurrido a ellas para descargar el estrés del día; y por estrés ya saben a lo que me refiero.

¿Y qué pasa cuando empiezas a salir con alguien? Ya sea que lo hayas conocido por alguna de ellas o en el mundo “real”, seguramente te has encontrado con la decisión de seguir o no hablando con tipos en las apps, de seguir ligando, conociendo y  hasta cogiendo con otros… Y es que, ¿cómo o cuándo sabes que ya es momento de pararle a tu desmadre?

Spoiler alert: No existe una respuesta general y correcta a ello. Y aunque ya te dije la conclusión de este artículo, te explicaré el porqué.

Tú, que me estás leyendo, de seguro crees que las apps se deben dejar de usar en el instante en el que empiezas a salir con alguien. Tú, el otro, crees que se deben eliminar cuando ya sabes que va en serio la cosa. Tú, estás seguro que únicamente debe suceder cuando ya son novios. Y así podría seguirme de largo, con esos que piensan que no hay razón para dejar de usarlas o los que, como yo, dicen una de las verdades más grandes con respecto a mi última pregunta: Lo sabes cuando no lo sabes.

¡Neta! ¿Por qué tienes qué decidir si seguirlas usando o no? ¿Por qué taladrar tu mente buscando una respuesta a algo que es más que obvio? Y es que si algo es cierto es que si tienes ganas de seguir ligando, lo vas a hacer. Así como también si lo que quieres es ser exclusivo con alguien, entonces lo serás. Aunque el tipo con el que sales sea guapísimo, si sigues sintiendo la necesidad de conocer, acostarte o incluso salir en el mismo plan con otros, es porque él no tiene todo lo que buscas, porque no estás convencido y por mucho que te gusta, no llena por completo el placer (en general) que estamos buscando.

En el caso contrario, cuando el vato te hace sentir pleno y feliz, ni siquiera te das cuenta cuando hiciste tu última conexión en Grindr, pasas el ícono de la app en tu teléfono como si fuera cualquiera de esas que nunca abres con frecuencia y ya ni te acuerdas del tipo buenísimo con el que platicabas hasta tarde. Aquí entra el lo sabes cuando no lo sabes.

Dicen que el interés se nota. Y aunque la mayoría de nosotros tomamos la frase para referirnos al interés del otro, en lo primero que deberíamos de ponernos a pensar es en el interés propio. Escuchar a esa voz dentro de nosotros que nos indica si el tipo realmente nos llena o no. Ese interés se nota más, porque podrás engañar a otros, pero no puedes engañarte a ti.

¿En dónde está escrito que una vez pasada la primera cita con alguien ya debes de dedicar tu tiempo por completo a él? El pensar que ya porque compartieron unas horas juntos es sinónimo de “pertenencia” es absurdo, porque si nos ponemos a pensar, ni él ni nadie te pertenece, ni tú a ellos; siendo así, ¿entonces por qué hablar de “fidelidad” cuando aún ni siquiera tienen algo establecido? No se trata de que esté diciéndoles que vayan todos a andar de fáciles y calientes, no. Se trata de que cada uno somos un ente distinto, con mentalidades únicas y necesidades o deseos propios.

No puedo venir a decirles que las dejen de usar o que sigan en ellas no, esa es decisión de cada uno conforme a lo que va sintiendo y a cómo ve que avanza la convivencia con el chavo con el que salen. Lo que sí reafirmo es que muchas veces inconscientemente dejamos las aplicaciones sin darnos cuenta, porque el vato ya nos trae más locos que Britney en la década pasada. Y también inconscientemente puede que sigamos entrando a las apps y conociendo a otros hombres porque seguimos en la búsqueda del ideal, o simplemente porque pueden más las ganas de tener sexo que las de empezar una relación. ¿Cuál es tu caso?

La cuestión es simple, nadie puede juzgar o decirte qué hacer o cómo hacerlo, el único que sabe cuándo y porqué parar es uno, lo sabes cuando no lo sabes, pero aún así, recuerda que todos somos el resultado de nuestras propias decisiones, no hay buenas ni malas, sólo decisiones. Así que si eres de los que ya sabe con seguridad qué es lo que quiere, sigue en tu camino hacia ello sin meter la pata, ni a otros ni especialmente a ti mismo, porque en el proceso podrías lastimar a muchos, y podrías lastimarte a ti mismo.


Y mi último mensaje a todos esos que satanizan y casi nos crucifican a los que usamos ese tipo de aplicaciones… ¡relájense! Y tampoco se las den de muy dignos, porque hasta donde tengo entendido, nadie deja de usar Instagram, Facebook o Twitter cuando inicia una relación, y créanme que en esas redes se liga a veces mucho más que en las hechas específicamente para eso. Muros vemos, bandeja de inbox no sabemos. 

En busca del gay perfecto...



¿Existe el hombre perfecto? Por mucho tiempo hemos crecido con la idea de que nuestra pareja “perfecta” está por ahí en algún lado (otra ciudad, a la vuelta de la esquina, o quizá en Grindr, Hornet o Tinder), que ese tipo con el que tanto has soñado también te está buscando a ti, y que un día sus caminos se cruzarán, se mirarán a los ojos y serán felices para siempre.

Dicho esto, les contaré que desde hace varios meses veo rolar una imagen en redes que enlista las cualidades que debe tener el gay perfecto. Algunas de ellas: guapo, que vaya al gym, que gane buena lana, alto, piel blanca, no obvio, muy sexual y que se vista bien. Sólo por mencionar unas cuantas. La neta se imaginarán que me he reído demasiado cada vez que la veo. ¿Es neta?

¿Qué es la perfección? ¿Acaso todas las “cualidades” mencionadas anteriormente hacen a alguien perfecto? Partiendo de esas bases, entonces estamos diciendo que un vato que mide menos de 1.80 no es perfecto, que el moreno tampoco lo es, ni el flaco, el de clase media, el fachoso y hasta el frígido. Tanta superficialidad me da miedo.

Es cierto que la perfección existe, pero ¿por qué la basamos de acuerdo a los estándares y normas impuestos por la sociedad, la televisión, las películas o los que nos rodean? Siempre pasa, te gusta un chavo y algunos te dirán que no es guapo y que puedes conseguirte algo mejor, porque su definición de belleza es diferente. Tanto la perfección, como la belleza, se encuentran en nuestra mente, en la ideología de cada uno, en eso que nos hace diferentes y únicos, la perfección existe, sí, pero tú la creas conforme vas aprendiendo, experimentando y conociendo.

En mi círculo social personal existe de todo, desde el amigo al que le gustan los chacales, el que siempre anda con mirrreyes, al que le gustan pandrosos, el que tiene predilección por los de piel morena, hasta aquél que se siente en extremo atraído por los chavos gorditos. Puede que muchas veces no estemos de acuerdo con los ligues de los demás, que pensemos que están locos o muy necesitados para terminar con alguien que “no les va”, pero siempre hemos respetado los gustos de los otros, porque cada uno piensa diferente, porque sabe lo que le atrae y principalmente, porque sabemos que la belleza es subjetiva.

Tan subjetiva que un día puedes encontrar hermoso a un tipo rubio, alto, de ojos de color y piel bronceada, y a los tres meses encontrarte babeando por un wey bajito, delgado, de piel morena y oscura mirada, que te hace reír todo el tiempo y te pone más nervioso que una entrevista de trabajo. ¿Me explico? Si bien es cierto que la belleza física es medible y notoria, la perfección en cuanto a ello sigue siendo debatible. ¿Quién no se ha sentido al menos un poco feo hojeando revistas y viendo a los modelos de calzones? ¿Quién no ha pensado que existen chavos mucho más guapos que se llevan toda la atención de los demás? Es común, es normal, pero no está bien.

Aunque siempre exista un referente de la belleza y perfección masculina, el referente más importante eres tú mismo. Así de fácil, ¿te parece difícil? Lo es, pero no es imposible llegar a gustarte tal y cómo eres, verte al espejo y sentir seguridad, una seguridad impulsada por ti mismo, no por la tele, no por los anuncios, no por los modelos o tipos buenísimos en Instagram, menos por las estúpidas imágenes y artículos que miles comparten todos los días en sus redes sociales.

Hablando del gay perfecto, es igual de irónico pensar que tan siquiera existe. Por ejemplo yo, puedo no sentirme atraído por alguien con sobrepeso o por uno de esos a los que llamamos “jotitas”, pero eso no cambia el hecho de que ellos, yo, o cualquier otro, son perfectos a su manera, y aunque quizá no lo sean para mis gustos, seguro lo serán ante la mirada de alguien más. Así es como funciona esto. En el mundo homosexual nos manejamos muchas veces con una superficialidad bizarra y hasta ridícula, poniendo en altares a tipos de buenos cuerpos y caras lindas, rechazando a aquellos muy obvios y a los que “socialmente” podríamos considerar feos.

Solemos ser tan idiotas como para estar siempre detrás del tipo “soñado” y quejándonos de que nadie nos pela, sin darnos cuenta de que si miramos hacia los lados, y con una mentalidad un poco más abierta, quizá exista alguien cercano que si bien no reúne todos los (a veces estúpidos) requisitos que pedimos en alguien, probablemente tenga los más importantes.

Hace algunos años yo era de esos superficiales que vivía mamoneándose por todos lados, creyendo que podía tener al vato que quisiera y que era del tipo de cualquiera, vamos, que no había wey que me pudiera decir que no (así de pendejo). La cosa cambió cuando me gustó demasiado alguien, un tipo canadiense en extremo varonil, guapo y con cuerpo de concurso. Y aunque me dijo que era muy atractivo y físicamente le gustaba demasiado, no quería nada conmigo porque no era su tipo, a él le gustaban jotitas, obvias y muy muyertz.  ¡TRAZ!

A partir de ahí empecé a cuestionarme la belleza, la perfección y mi forma de ver la vida. Empecé a aceptar que no era tanto como me creía, pero al mismo tiempo aprendí a quitar barreras y a aceptarme y gustarme tal y como soy, ya sin pantallas, sin pretensiones, desde el lado humilde y honesto. Aprendí que no existe hombre ni gay perfecto como tal, pero que algún día llegará ese tipo que ante mis ojos sea perfección, aunque ante los demás sea probablemente otra equivocación.

Ya para cerrar voy a decir sólo una cosa más: Si estás en busca del hombre gay perfecto, párate frente a un espejo y sonríe, porque ahí lo habrás encontrado.