¿Existe el hombre perfecto? Por
mucho tiempo hemos crecido con la idea de que nuestra pareja “perfecta” está
por ahí en algún lado (otra ciudad, a la vuelta de la esquina, o quizá en
Grindr, Hornet o Tinder), que ese tipo con el que tanto has soñado también te
está buscando a ti, y que un día sus caminos se cruzarán, se mirarán a los ojos
y serán felices para siempre.
Dicho esto, les contaré que desde
hace varios meses veo rolar una imagen en redes que enlista las cualidades que
debe tener el gay perfecto. Algunas de ellas: guapo, que vaya al gym, que gane
buena lana, alto, piel blanca, no obvio, muy sexual y que se vista bien. Sólo
por mencionar unas cuantas. La neta se imaginarán que me he reído demasiado cada
vez que la veo. ¿Es neta?
¿Qué es la perfección? ¿Acaso
todas las “cualidades” mencionadas anteriormente hacen a alguien perfecto?
Partiendo de esas bases, entonces estamos diciendo que un vato que mide menos
de 1.80 no es perfecto, que el moreno tampoco lo es, ni el flaco, el de clase
media, el fachoso y hasta el frígido. Tanta superficialidad me da miedo.
Es cierto que la perfección
existe, pero ¿por qué la basamos de acuerdo a los estándares y normas impuestos
por la sociedad, la televisión, las películas o los que nos rodean? Siempre
pasa, te gusta un chavo y algunos te dirán que no es guapo y que puedes
conseguirte algo mejor, porque su definición de belleza es diferente. Tanto la
perfección, como la belleza, se encuentran en nuestra mente, en la ideología de
cada uno, en eso que nos hace diferentes y únicos, la perfección existe, sí,
pero tú la creas conforme vas aprendiendo, experimentando y conociendo.
En mi círculo social personal
existe de todo, desde el amigo al que le gustan los chacales, el que siempre
anda con mirrreyes, al que le gustan pandrosos, el que tiene predilección por
los de piel morena, hasta aquél que se siente en extremo atraído por los chavos
gorditos. Puede que muchas veces no estemos de acuerdo con los ligues de los
demás, que pensemos que están locos o muy necesitados para terminar con alguien
que “no les va”, pero siempre hemos respetado los gustos de los otros, porque
cada uno piensa diferente, porque sabe lo que le atrae y principalmente, porque
sabemos que la belleza es subjetiva.
Tan subjetiva que un día puedes
encontrar hermoso a un tipo rubio, alto, de ojos de color y piel bronceada, y a
los tres meses encontrarte babeando por un wey bajito, delgado, de piel morena
y oscura mirada, que te hace reír todo el tiempo y te pone más nervioso que una
entrevista de trabajo. ¿Me explico? Si bien es cierto que la belleza física es
medible y notoria, la perfección en cuanto a ello sigue siendo debatible.
¿Quién no se ha sentido al menos un poco feo hojeando revistas y viendo a los
modelos de calzones? ¿Quién no ha pensado que existen chavos mucho más guapos
que se llevan toda la atención de los demás? Es común, es normal, pero no está
bien.
Aunque siempre exista un
referente de la belleza y perfección masculina, el referente más importante
eres tú mismo. Así de fácil, ¿te parece difícil? Lo es, pero no es imposible
llegar a gustarte tal y cómo eres, verte al espejo y sentir seguridad, una
seguridad impulsada por ti mismo, no por la tele, no por los anuncios, no por
los modelos o tipos buenísimos en Instagram, menos por las estúpidas imágenes y
artículos que miles comparten todos los días en sus redes sociales.
Hablando del gay perfecto, es
igual de irónico pensar que tan siquiera existe. Por ejemplo yo, puedo no
sentirme atraído por alguien con sobrepeso o por uno de esos a los que llamamos
“jotitas”, pero eso no cambia el hecho de que ellos, yo, o cualquier otro, son
perfectos a su manera, y aunque quizá no lo sean para mis gustos, seguro lo
serán ante la mirada de alguien más. Así es como funciona esto. En el mundo
homosexual nos manejamos muchas veces con una superficialidad bizarra y hasta
ridícula, poniendo en altares a tipos de buenos cuerpos y caras lindas,
rechazando a aquellos muy obvios y a los que “socialmente” podríamos considerar
feos.
Solemos ser tan idiotas como para
estar siempre detrás del tipo “soñado” y quejándonos de que nadie nos pela, sin
darnos cuenta de que si miramos hacia los lados, y con una mentalidad un poco
más abierta, quizá exista alguien cercano que si bien no reúne todos los (a
veces estúpidos) requisitos que pedimos en alguien, probablemente tenga los más
importantes.
Hace algunos años yo era de esos
superficiales que vivía mamoneándose por todos lados, creyendo que podía tener
al vato que quisiera y que era del tipo de cualquiera, vamos, que no había wey
que me pudiera decir que no (así de pendejo). La cosa cambió cuando me gustó
demasiado alguien, un tipo canadiense en extremo varonil, guapo y con cuerpo de
concurso. Y aunque me dijo que era muy atractivo y físicamente le gustaba
demasiado, no quería nada conmigo porque no era su tipo, a él le gustaban
jotitas, obvias y muy muyertz. ¡TRAZ!
A partir de ahí empecé a
cuestionarme la belleza, la perfección y mi forma de ver la vida. Empecé a
aceptar que no era tanto como me creía, pero al mismo tiempo aprendí a quitar
barreras y a aceptarme y gustarme tal y como soy, ya sin pantallas, sin pretensiones,
desde el lado humilde y honesto. Aprendí que no existe hombre ni gay perfecto
como tal, pero que algún día llegará ese tipo que ante mis ojos sea perfección,
aunque ante los demás sea probablemente otra equivocación.
Ya para cerrar voy a decir sólo
una cosa más: Si estás en busca del hombre gay perfecto, párate frente a un
espejo y sonríe, porque ahí lo habrás encontrado.
Excelente critica, en lo personal me identifique pues si bien a veces alguien te atrae pero como mencionabas, socialmente no es muy guapo, rechazas el darte esa oportunidad (a pesar que te atraes y te sientes a gusto) y la culpa no es de la sociedad, si de uno mismo qué llega caer en esos criterios y espero también más adelante poder ver las cosas desde otro mejor ángulo.
ResponderBorrarExcelente artículo.
Necesito saber quen es el chico de la foto con el tatuaje en el brazo :) es perfecto <!!
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