Desde tiempos ancestrales los
gays hemos vivido a la sombra de un estereotipo por demás establecido en la
sociedad. Se nos ha encasillado en profesiones como estilistas, diseñadores,
decoradores, planeadores, etc. así como también se nos relaciona en extremo con
la moda, las tendencias, la belleza y el cuidado físico.
Dicho esto, se podría entender
que para ser el homosexual “perfecto” uno está casi obligado a ser una
reproducción del muñeco Ken, ese de cara cincelada por los dioses y cuerpo de
surfista californiano. La verdad es que nadie sabe a qué se dedica Ken, qué le
gusta, si lee o prefiere cocinar, o si tiene la capacidad de sostener una
conversación interesante, pero a nadie le importa. Ken se ve bien y en el mundo
gay eso es más que suficiente.
Quisiera decir que este absurdo
sistema de aceptación va desapareciendo poco a poco de nuestras formas de
interacción, que las nuevas generaciones son mucho menos superficiales y más
consientes, que el rechazarnos unos a otros por cuestiones físicas va quedando
en el pasado, pero no. En realidad está ocurriendo todo lo contrario.
Los chavos de ahora son mucho más
banales que esos que ya andamos rondando los 30, desde muy chicos tienen el
entendimiento de que para “triunfar” en el ambiente gay y ser notado (y
probablemente respetado) hay que ser bien “perrita”, y no nada más en actitud,
sino también; y prioritariamente, en la forma en que te ves. Por ello gran
cantidad de vatos de todas las edades abarrotan los gimnasios por toda la
ciudad, buscando siempre mejores cuerpos que les abran las puertas a mejores
ligues y les refuerce la autoestima.
No importa si eres gordo, flaco, alto
o chaparro. Siempre TIENES QUE ir al gym, ejercitarte, cuidarte y trabajar en
un físico ideal. Pero, ¿por qué lo hacen en realidad? ¿Por salud, por gustarse
a sí mismos, o por seguir una tendencia que en lo personal me parece
deprimente? Va, que a lo mejor van a pensar que estoy exagerando, pero no.
Existen muchos chavos que se matan haciendo dietas y yendo al gimnasio para
complacer a otros, para sentirse más seguros y salir a la calle con un poco más
de confianza, para poder sacarse una foto y subirla a Facebook sabiendo que no
van a hacer el ridículo, y que eso les va a traer muchas más posibilidades de
conocer hombres guapos con quienes ligar, coger, ¿o quién sabe? Igual y también
puede ayudarles a encontrar el amor más rápido que a los pobres y esqueléticos
mortales.
Pero la realidad es que por más
músculos que tengan, el ex gordo siempre se sentirá gordo y acomplejado, así
como el ex flaco siempre querrá más y nunca le será suficiente, quizá aprendan
a sentirse cómodos con su nuevo cuerpo, pero lo que vean al espejo será
completamente diferente. Y es que la única clave para sentirse bien es
aceptarse y quererse a sí mismos. En mi caso, por años me han presionado todo
el tiempo para que me meta al gym, diciendo que por mi delgadez será mucho más
rápido marcar, que no soy particularmente feo y puedo lograr mucho más con un
cuerpo trabajado, hasta han tenido el descaro de decir que “le gusto, pero no
sale conmigo porque soy muy flaco”.
El problema aquí no es si me
ejercito o no, el verdadero problema es que existan personas tan idiotas
diciendo ese tipo de cosas y rechazando gente sólo porque no entra en su ideal
superficial de hombre perfecto. ¿Acaso no se dan cuenta de que existen otros
con una autoestima vulnerable, y a los que un comentario de ese tipo puede
marcarlos de por vida?
Mis estimados gym freaks, aunque
ustedes puedan no creerlo o pensar que es imposible, existimos gays 100%
contentos con nuestros cuerpos flacos, seguros de nosotros mismos y que no
necesitamos un cumplido de su parte para sentir confianza, que amamos la forma
en que nos vemos y preferimos llegar a estar con alguien que haga lo mismo que
con uno que pretenda cambiarnos. Existimos gays a los que nos importa poco la
marca de la ropa, el restaurante en el que comemos o dónde vacacionamos, gays
que preferimos leer a Xavier Velasco que hojear una Men’s Health. Gays que
preferimos ser “perras” por nuestros logros personales y profesionales más que
por aquellas razones por las que comúnmente llamamos a alguien así en el
ambiente. Gays que no crecimos con el muñeco Ken como referencia, y que
seguimos agradecidos por ello.
No estoy afirmando que todos los
afectos al gym sean iguales, ni que todos los flacos estemos contentos con
cuerpos de adolescente, lo que estoy tratando de decir en estas líneas es que
ya vivimos dentro de un ambiente en el que por default se nos pone un peso
sobre los hombros que nos dice que tenemos que ser atractivos, pero no por ello
tenemos que cargarlo como se nos demanda. Porque atractivo no es aquél que se
esfuerza en serlo, sino ese que lo es sin siquiera darse cuenta, más allá de su
físico o su mente, pero más por su actitud.
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