No es un secreto, tengo pésima
suerte en el amor. Es curioso, ¿sabes? Todavía hace 4 años podía mantener una
relación estable, podía enamorarme de alguien… y todavía hace 4 años alguien se
enamoraba de mí.
Tranquilos, esta no es una nota
suicida ni mucho menos deprimente, si ya me conocen sabrán que ese tipo de
dramas no son lo mío. En fin, todavía hace 4 años salía con vatos que realmente
se interesaban en mí, se esforzaban por pasar tiempo conmigo y veían en mí el
material suficiente para ser un buen novio. En este tiempo muchas cosas han
cambiado, he madurado, he crecido como ser humano y he vivido y experimentado cosas
que han cambiado la forma en la que veo MI vida y el propósito por el que estoy
viviéndola. Vamos, sé que mucho en mí es diferente ahora, hasta la manera en
como luzco. Pero aún así no pude evitar preguntarme: ¿es tan grande la
diferencia entre mi yo de hoy y el de hace algunos años? ¿Lo suficientemente
grande como para que ahora mis intentos de relación tengan menos éxito que Art
Pop?
La verdad no quise quedarme con
la duda y decidí averiguar por qué mis últimos ligues relevantes perdieron el
interés, se alejaron o decidieron no seguirme viendo más. Y la única manera de
conocer la respuesta exacta era preguntándoselo a ellos directamente. Sí,
contacté a los últimos tipos con los que salí (después de no hablar con ellos
desde que me dejaron) y tras amarrarme los huevos reconocí que tenía la madurez
necesaria para escuchar todo tipo de respuestas.
Todas fueron tan diferentes como
sorpresivas, era como si cada uno estuviera hablando de una persona diferente
cuando hablaban de mí. Por un momento durante la plática; porque casualmente
los 4 me respondieron casi al mismo tiempo durante la noche, traté de encontrar
el eslabón entre cada uno de sus motivos pero debo reconocer que me fue imposible
en ese instante.
La sorpresa extraña fue cuando
uno de ellos dijo que me había dejado de escribir cuando se dio cuenta de que
no estaba listo para formalizar algo cuando aún era reciente la ruptura con su
ex (al que casualmente me parezco físicamente, según sus propias palabras), y
que mi forma de ser tierna pero el que yo no fuera una persona absorbente lo
podía hacer pensar que no lo quería o necesitaba lo suficiente. Quería
profundizar más en el tema con este vato pero basta con decir que volvió con su
ex novio y ahora es muy feliz, igual que yo al descubrir que en este primer caso
no fui yo el culpable.
Después vino el de respuestas
cortas y directas. Ese de quien ya sabía la razón, pero nada perdía con
preguntar. Nunca salimos oficialmente, vaya, nunca salimos. Lo nuestro fue
meramente sexo por varios meses sin siquiera vernos fuera de su departamento o
el mío para echarnos una cerveza. El vato me gustaba un chingo así que a pesar
de eso me arriesgué y lo invité a salir. El día de la cita no respondió el
teléfono. “No tuve interés de esa forma. Lo sexual no es lo mismo que los
sentimientos”, o algo así dijo.
Y ahí es cuando te das cuenta de
que cada vez es más difícil que alguien se encule
con una persona, de que en efecto, coger rico no es suficiente para que alguien
quiera estar contigo. Esta, digamos, fue la respuesta menos sorpresiva.
Llevamos al que todavía no
superaba a su ex, al que sólo le gustaba tener sexo conmigo, y ahora vamos con
el que me pintó como un monstruo adicto al trabajo y un ser de hueva. Sé que
eso de no ir de antro y preferir estar en casa leyendo o viendo películas acompañado
de buena música y una copa de vino no es del agrado de muchos otros entre sus
25 y los 30, pero bueno, ¿qué le vamos a hacer?
Ese soy yo ahora. El punto es
que mi personalidad “bohemia y entregada al trabajo” no iba con la suya tan socialité
y hambrienta de “fama”. No es que esté diciendo que es una inventada, para nada,
digamos únicamente que nuestras metas de vida eran MUY opuestas.
Al principio todo iba de huevos,
la pasábamos cool y disfrutábamos de nuestro tiempo juntos. Todo hasta que las
diferencias entre nosotros empezaron a hacerse cada vez más notorias. Yo creía
que podíamos hacer que se complementaran, pero él no pensó lo mismo y un día
simplemente desapareció.
Tres de cuatro y seguía sin saber
si había algo en común que hiciera que los hombres dejaran de interesarse en
mí, algo en lo que debiera trabajar, que me ayudara a tener más éxito para la
próxima. Y entonces hablé con ese del que ya he escrito antes, el único con el
que creí que en verdad podía llegar a sentir amor de nuevo. Aquél que se
llevaba bien con todos mis amigos, con el que podía pasar la noche entera
hablando de cualquier tema, el que disfrutaba reír de cosas tan pendejas como
sorprenderse por descubrir un dato nuevo e interesante, ese que parecía romper
el molde y ser diferente a todos los vatos con los que había salido.
Su respuesta era, debo admitir,
la más importante para mí, no sólo por el objetivo principal de escribir esta
columna, sino por el dolor que me causó en su momento el tener que alejarme de
él y que él no hiciera nada por no dejarme ir. Sí, la historia es diferente, en
esta última historia yo corté el lazo, pero en el fondo esperaba que él hiciera
algo por recuperarme. Y nunca pasó.
Sus motivos para no hacerlo
fueron que prefería alejarse del drama antes de llegar a clavarse conmigo, que
a pesar de pasarla excelente no podía con el hecho de que yo hubiera “reclamado”
algo a los casi 2 meses de estar saliendo y prefirió darse la vuelta y no
hablarme de nuevo. Pero necesitas saber la historia completa.
El reclamo sucedió cuando estando
de vacaciones me enteré de que se había besado con uno de los +1 de uno de los
invitados a mi festejo de cumpleaños. Así casual, mi date se agarró a besos afuera del baño del restaurante el día que
celebraba mis 29. Hace 4 años me hubiera puesto como un demonio y le habría
gritado una serie de insultos bien merecidos, pero no fue así. Le escribí
diciéndole que si iba a hacer algo así al menos tuviera la decencia de no
hacerlo el día de mi cumpleaños y estando a unos metros de mí. Vamos que a
pesar de que me dolió sabía que no había un compromiso entre nosotros y que
nunca hablamos de ser exclusivos, no podía reclamar nada, pero al menos sí
podía pedir respeto si nos encontrábamos en el mismo lugar, ¿no?
La historia fue negada por su
parte, lo que yo argumentaba nunca ocurrió como tal. Al menos eso es lo que él
dijo, pero no pude ignorar el hecho de que no sólo una persona fue testigo de
su acto de borrachera y calentura, aunque yo no estuve entre ellas.
Leí y volví a leer las respuestas
de cada uno hasta que entendí qué era eso malo en mí que alejaba a aquellos en
los que me interesaba. No era mi personalidad, no era mi físico, tampoco la
química en el sexo o mi obsesión por el trabajo o por un estilo de vida
relajado. Lo único que había en común entre todas esas historias era yo, era
JuanCarlos intentando hacerlo funcionar con la persona incorrecta.
Cerré mi laptop y respiré
profundo, mi duda estaba resuelta. No se trataba de que estuviera haciendo algo
mal que propiciara que mis ligues se fueran, se trataba simplemente de que
seguía interesándome por los tipos equivocados, seguía tratando de ser el ligue
cool que le da su espacio a aquél que se siente más cómodo con alguien
absorbente, el que cree que un fuck buddy se puede convertir en algo más, el
que ve en la superficialidad algo innecesario y la fama como algo absurdo, ese
que a pesar de que fue herido está dispuesto a dar una segunda oportunidad
cuando realmente llega a sentir algo por alguien.
Esa noche me di cuenta de quién
soy y me di cuenta de que además de que salir con los tipos equivocados era el
factor en común, había otra cosa más importante que sobresalió en mis últimos
ligues, algo que según yo ya era imposible. Algo que el haber dado todo de mí
con ellos me dejaba muy claro: aún creía en el amor. Y darme cuenta de eso me
hizo ver que muchas veces nos juzgamos tan fuerte que creemos que estamos
haciendo algo mal cuando puede tratarse simplemente de que estamos eligiendo
mal a aquellos a los que les entregamos nuestras emociones. Me di cuenta de que
4 años de “mala suerte” no significan que estás destinado a vivir solo, de que
mientras entregues todo de ti no importa cuántas veces falles por más que cada
ruptura resulte más difícil de superar, igual no importa cuántos hijos de puta
o tipos inseguros se crucen en tu camino, lo que verdaderamente importa es que
seas fiel a ti mismo, porque cuando alguien se enamore de ti lo hará por lo que
eres y no por lo que tratas se ser.
Lo importante en el amor no es encontrar a la
persona ideal, es saber que tú eres ese ideal que otra persona un día va a querer
conocer.