¿Les parece familiar? Nos es muy común asociar este tipo de comportamientos con los animales, específicamente con el camaleón; que tiene la capacidad de modificar su apariencia para engañar a los depredadores y así salvar el pellejo para seguir con vida. Pero este tipo de conducta no se da sólo en el reino animal, ¿qué es lo que sucede cuando un humano se mimetiza consciente o inconscientemente? Seamos más específicos y hablemos de las relaciones, ¿y qué cuando el mimetismo se da entre una pareja?
Vamos, que es hasta cierto punto normal que estando en una relación uno comience a adoptar actitudes del otro, costumbres, manías y hasta estilos, pero que sea común no quiere decir que también sea agradable. ¿Te ha pasado? Empiezas a salir con alguien, te gusta, le gustas, formalizan y empiezan a andar. No falta aquél al que le gusta más usar camisas que playeras, zapatos que tenis, pantalones que jeans, ¿qué pasa comúnmente cuando uno resulta mirrey y el otro pandroso? ¿Será que este tipo de combinaciones van dirigidas al fracaso?
No necesariamente, lo que sucede es que poco a poco (y a veces sin querer) vamos cambiando con el propósito de seguirle gustando al otro. ¡Por más estúpido que se escuche! Aunque creas que eres muy original, que nunca vas a dejar de ser fiel a tus ideales y a tus gustos, la verdad es que cuando te enamoras una parte de tu cerebro se apaga y lo único que ves claramente es tu deseo de estar con él. Es entonces cuando uno empieza a cambiar poco a poco.
Que si a tu novio le gustas más sin gorra, que si te va mejor el color negro, que si le parece más sexy que uses skinny jeans o te dejes la barba… Y así empieza el mimetismo. Normalmente no nos damos cuenta, sólo va pasando. El caso es que de la noche a la mañana tú o él empiezan a verse diferente, es más, a parecerse tan cañón uno al otro que a veces llegan al grado en que aquellos que los conocen puedan decir que parecen clones. ¿Sigue siendo normal? Puede que sí, hasta puede que te guste y lo percibas como algo lindo y que los distingue como pareja, pero no siempre es así. Si bien existen muchos pros al verte similar a tu novio, existen aquellos que ven la clonación amorosa como algo aburrido y hasta cierto punto ñoño.
Va, igual y se ven lindos, ¿pero qué pasa cuando alguno de los dos es demasiado “territorial” y egoísta? Cuando estás en una relación no es raro que uno se ponga la ropa del otro (claro está, cuando comparten la misma talla), pero cuando eres una persona celosa de tu espacio, tu tiempo y tus cosas, no existe la posibilidad de que alguien pueda usar ninguna de tus prendas, ni siquiera tu novio.
A mi me ha pasado (pero bueno, a mí me gusta rescatar casos perdidos y convertirlos en príncipes) pero puedo decir que es en verdad molesto cuando tomas a un tipo sin estilo y al terminar resulta ser con el que todos quieren. ¿Me veo muy egoísta? Quizá, probablemente sea muy de película de adolescentes malas el decir “yo te hice”, pero la neta es que ser el responsable del éxito de otros no siempre está padre. Más cuando tu pareja no es otra cosa que un clon tuyo, uno de esos casos de mimetización tan cañona que no sólo cae en el estilo, sino también en hábitos, actitudes y pensamientos.
Pueden existir muchas opiniones en cuanto a este tema, estarán los que piensen que está cool y los que no, los que lo permitan y aquellos que hagan lo posible por evitarlo, pero el adoptar algo del otro seguirá pasando hoy y en el futuro. ¿Por qué? Tan simple como que la convivencia permanente con alguien siempre nos lleva a la reacción esponja. Absorbemos a veces sin darnos cuenta, y a veces por más que lo neguemos, terminamos diciendo frases que no nos gustaban, haciendo cosas que teníamos prohibidas, y sí, vistiendo de formas que a lo mejor no pensábamos que nos podían lucir.
Es mucho más fácil cuando hablamos de una pareja que desde el momento en el que se encontraron compartían gustos y estilos, esos a los que llamamos twins, que se visten TAN similar y que su apariencia física es bastante parecida que lo único que podría venírsenos a la mente es que padecen de un caso severo de egolatría al relacionarse sentimentalmente con alguien demasiado parecido a ellos. ¡Todos conocemos a una pareja así!
La cosa se resume a lo siguiente: Si te gusta, hazlo, si no, dilo. Al final la comunicación es la base de cualquier relación. Así que si te molesta que tu pareja vaya adoptando estilos de vestir similares al tuyo, simplemente dile que no te late. ¿Por qué a la mayoría le da miedo hablar con la verdad? ¿Por no herir susceptibilidades? ¿Por no verse muy bitch? Vamos, que la mayoría de los homosexuales presumimos de actitudes directas y comentarios honestos… ¿Por qué no aplicarla también con tu pareja? Que el amor no te nuble, lo importante es seguir siendo fiel a lo que eres y alentar a los demás a que lo apliquen consigo mismos, con más razón si se trata de tu pareja, ese al que amas y por
el que te preocupas.
Si bien el mimetismo en una relación puede ser normal, lo que no es normal es estar con alguien que por completo carece de un estilo propio y que antes de ti era skate porque su ex lo era, que probó ser hipster porque salió con alguno, y mucho menos que ahora vuelva a evolucionar como Pokemon nada más porque se encuentra con una persona diferente. No sé ustedes, pero al menos yo me siento atraído por la originalidad, por el valemadrismo y por ese estilo de vida en el que no importa lo que los demás piensen, en el que lo único que importa es la comodidad personal y el hecho de que quien sea que vaya a estar contigo lo hará porque le gustas tal como eres.
Total, si nos vamos a mimetizar, mejor que sea en la cama para que los cuerpos sean uno solo. ¿O a poco no es más rico?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario