“Rogar”. De por sí la
palabra ya es un tanto desagradable y con mucha más razón lo es su significado.
Pero la neta, ¿cuántos no lo hemos hecho? Sí, es lógico que muchas veces nos
cuesta admitir cuando es uno el que anda detrás de alguien sin obtener mucho
éxito, pero la verdad es que hemos estado ahí. Algunos hemos sido ese pobre
imbécil que llama, que busca, que espera… que ruega. Por eso aquí vamos a
tratar de descifrar qué es lo que nos lleva a cometer tan vergonzoso acto.
Es normal que cuando te
interesa un tipo empieces a ilusionarte, a hacerte ideas y a empezar a
imaginarse juntos, (aguas, que muchos se brincan hasta la boda, los hijos y las
mascotas y ahí no está tan padre) y es igual de normal que todas esas emociones
que estás sintiendo se vean reflejadas en tus actos. Una llamada, mensajes por
Whatsapp, comentarios en el muro de Facebook o una que otra visita inesperada
no se ven nada mal y hasta pueden llegar a ser halagadoras, pero ¿en qué
momento pasamos de la atención al ruegue? La verdad es que es muy fácil darse
cuenta.
Es muy cierto que el hombre
gay trae casi de nacimiento el egocentrismo, ese deseo de ser admirado y de
llamar la atención, de sentirse deseado y ¿por qué no? Muchas veces nos damos
el lujo de seguirle el rollo a quien nos tira la onda sin que el tipo nos guste
tanto, únicamente por esa subida de ego que nos provoca cada que escribe o nos
busca. Para nada estoy asegurando que el 100% actúe de esa manera, pero es bien
sabido que la mayoría de nosotros tenemos ese “no sé qué” que nos hace sentir
como si hubiéramos sido paridos por la mismísima Afrodita. Ahí es donde caemos
en la contradicción porque siendo así nos correspondería estar en el lado de
ser a quien buscan, a quien le ruegan, y no al contrario. Lo que también es
cierto es que hasta el más carita es inseguro, el más mamado tiene miedos, el
popular se puede sentir solo, a fin de cuentas hasta el más guapo ruega.
¿Por qué rogamos? ¿Será que
a veces es tanta la necesidad de afecto o la soledad que sentimos que
terminamos haciéndolo? Vamos, que no importa si eres guapísimo o no, el acto de
rogar es de lo más lamentable que existe, lamentable cuando lo haces porque te
ves como un idiota y mucho más lamentable permitir que alguien lo haga porque
te ves todavía peor. No importa qué tanto te guste un chavo, si ya salieron por
un tiempo, si te dio entrada o ni siquiera importa si es tu pareja y ya tienen
años juntos, rogarle a alguien para que esté con uno no es ni será bueno desde
ninguna perspectiva. Existen muchos que no saben cómo decir NO, que sienten
pena o que no tienen el valor suficiente para hacerte saber que ya no quieren
nada contigo, que prefieren permitir que sigas buscándolos hasta el cansancio,
porque eso sí, tarde o temprano te vas a cansar de tantas negativas, de todos
esos mensajes sin respuesta, vas a darte cuenta de que estás haciendo el oso y
de que el otro ya no está interesado. El trancazo duele, pero duele más seguir
esperando por algo que igual y nunca llega, o que nunca estuvo ahí pero no
pudiste darte cuenta.
Cuando terminamos una
relación, o mejor dicho, cuando nos terminan y nosotros seguimos enamorados,
muchas veces cometemos la estupidez de seguirle llamando, de buscarlo esperando
que se haya arrepentido y que su opinión después de unas semanas sea diferente,
que se haya dado cuenta de lo mucho que nos extraña y del gran error que fue
habernos dejado. FAIL y con letras mayúsculas. Recuperar el autoestima que te
bajonearon con el cortón no es nada sencillo, pero el primer paso es aceptar
que por las razones que sean tu relación ya terminó y empezar a enfocarte en ti
mismo, en darte tu tiempo, tu espacio, en volver a sentirte tranquilo estando
contigo y superar poco a poco esas ganas abominables de buscarlo de nuevo. No
importa si seguimos enamorados porque es uno el que lo está, cuando alguien te
deja es claro que el sentimiento no fue mutuo y que tiene otros planes para su
vida en los que no estás incluído. ¡Auch! Está grueso, pero muchos hemos pasado
por ello y salimos adelante, ¿por qué no hacerlo de nuevo? Eso sí, ahora con
harta fuerza de voluntad y montones de amor propio.
Al rogarle a alguien no
estás más que diciendo que no sabes estar contigo mismo, que igual y te
acostumbraste a invertir tu tiempo con esa persona y al hacerlo le otorgas
cierto grado de poder sobre ti al susodicho en cuestión, así, sabe que estarás
ahí cuando se le de la gana, que eres algo seguro y que no importa si te busca
hoy o dentro de seis meses, tú estarás ahí porque te cuesta un huevo estar
solo. A nadie le gusta que le digan “rogón”, por más que lo hagas como un acto
desesperado por rescatar algo o tratar de mantener el interés, no es sano ni
está padre estar buscando a alguien que no nos busca a nosotros.
Véase por donde se vea, ya
sea que te la pases comentando sus fotos por atraer su atención, que seas tú el
que siempre lo saluda en Whatsapp, el que proponga verse, el que siempre llama
y muestra interés, ya sea porque te late en serio o porque sólo quieres un rato
de sexo casual, rogar es rogar y aquél que ruega se pone a sí mismo en la
posición secundaria quedando como tonto. Así que si estás pasando por un tipo
de situación similar, vamos acabando con las
idioteces y deja de dañarte, recuerda que no hay nada mejor que invertir
tiempo y amor primero en uno mismo, a menos que creas que eres una mala
inversión.
Un gusto como siempre leerte, Solo no estoy de acuerdo en este párrafo:
ResponderBorrar"Es muy cierto que el hombre gay trae casi de nacimiento el egocentrismo, ese deseo de ser admirado y de llamar la atención, de sentirse deseado"
Creo q el egocentrismo es totalmente humano, no tiene q ver con preferencias. Tampoco es cierto q el hombre (gay o no) lo traiga de naciemiento o casi de nacimiento, son conductas aprendidas, derivadas de la baja autoestima, necesidad de ser reconocido y una imperiosa falta de amor propio. Saludos.