domingo, 12 de junio de 2016

Más amor, por favor




“Me siento  muy triste hoy, muy vulnerable, con mucho coraje. Las amo mucho y les agradezco el amarme y aceptarme como soy, ojalá muchos tuvieran familias como la mía y educaran a sus hijos con amor y respeto hacia otros”. Gracias.”

Hace unas horas mandé ese mensaje a mi mamá y hermana después de enterarme de la masacre en Pulse, antro gay en Orlando Florida. 50 personas murieron y al menos otras 50 fueron heridas en el que ya es el tiroteo más terrible en la historia de los Estados Unidos, un crimen de odio por el que el Estado Islámico ya tomó responsabilidad. Iba en el Metrobús cuando tuve oportunidad de leer la noticia completa, y no pude evitar llorar a pesar de estar en público porque aunque me sentí demasiado abatido por las víctimas y sus familias así como por toda la comunidad LGBTI, me sentí mucho peor al darme cuenta de que de cierta forma yo he colaborado promoviendo la intolerancia.

Quienes me conocen; ya sea en persona o porque siempre me leen, sabrán que no tengo reparo alguno al dar mi opinión acerca de todos los temas, mucho más cuando se habla del mundo homosexual. Sabrán entonces que tampoco oculto mi disgusto o molestia con ciertas actitudes que muchos homosexuales tienen. Yo mismo utilizo la palabra “joto” todo el tiempo, pero en mi mente no le veo el sentido negativo, la uso tanto para referirme a mí mismo como a otros. Quizá no me doy cuenta que para personas intolerantes no es de la misma manera, y que ellos sólo ven el sentido homofóbico de la palabra.

Soy intolerante, siempre lo he aceptado. Se me ha dicho que busco imitar el actuar heterosexual con tal de pertenecer al grupo mayoritario, que tengo doble moral y que no respeto todas las formas de diversidad que existen en nuestra comunidad, sí, nuestra, porque aunque pueda no estar de acuerdo con la forma en la que muchos contribuyen a la imagen negativa que tiene la vida gay, sigo siendo parte de ella. Y hoy me siento muy triste.

Triste porque, como lo dijo en su campaña un hombre con el que hace poco tuve el placer de trabajar: “¿Tolerancia? ¿Por qué tenemos que “tolerar” algo que es normal?” Y tiene toda la razón, porque la palabra “tolerancia” tiene hasta cierto punto un sentido negativo.  ¿Por qué tengo que tolerar que alguien sea demasiado afeminado? ¿Por qué tengo que tener qué tolerar a aquellos que gustan vestirse de mujer por las noches y tener una doble vida llamada “drag”? No debería tener que tolerarlos, porque su comportamiento es tan normal como el mío. Espero que puedan ver hacia donde voy.

Yo mismo he propagado el odio en muchas de mis publicaciones sin darme cuenta, o quizá siendo plenamente consciente. Hace poco un seguidor me escribió “Tenga cuidado, porque no sabe el alcance y el impacto que tienen sus opiniones”. Y efectivamente, después de un par de años de escribir, de más de 100 artículos publicados y otros cientos de mensajes y correos de lectores y amigos, todavía no lo sé. Porque si en verdad estuviera consciente de ello me habría dado cuenta de que con 1, de los más de 2 millones de personas que me han leído al día de hoy , que se identifique conmigo y con mis palabras, con eso estoy contribuyendo a un cambio, para bien o para mal.  


Jamás he tratado de esparcir odio o promover la falta de respeto hacia otros. Homosexuales o no. Jamás he creído que alguien merezca más la vida que otro, sea quien sea, porque así no es como me educaron y no es como pienso. Siempre he defendido mi punto de vista y lo seguiré haciendo, pero eso no quiere decir que la forma en la que yo veo las cosas sea la correcta. Sé que al igual que a muchos, aún me falta mucho por aprender y un largo camino por recorrer, errores que afrontar y malas decisiones por tomar antes de aprender lecciones de vida.

Pero hoy no entiendo cómo es que mi vida puede llegar a estar en manos de alguien lleno de odio y que un día pueda pasarme algo sólo por el hecho de ser quien soy. No entiendo que alguien pueda sentirse con el derecho de decidir si debo vivir o no basado en SUS creencias. No entiendo cómo es que por mucho tiempo yo he hecho lo mismo al juzgar a otros, no con violencia física, pero quizá sí verbal. Sé que es imposible cambiar de un día para otro, pero la violencia que se sigue viviendo contra los homosexuales no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo y en nuestro mismo México aún en nuestros tiempos me deja con una gran experiencia.

Y es que no importa si ser gay no me define, pero sigue siendo parte de lo que soy. Y como hombre gay no puedo no sentirme ofendido por tantos actos de odio. Sí, quizá a mí no me ha tocado la discriminación que sufren tantos gays, travestis, transexuales u hombres afeminados, quizá hasta ahora he vivido cómodo sin ser completamente parte de la comunidad homosexual ni seguir llevando una vida que imite a la heterosexual, pero eso no quiere decir que por ello no me afecte lo que suceda a gente como yo. Personas gay sin importar su nivel económico, de estudios, color de piel, idioma o estilo de vida.

Si bien creo que el respeto es fundamental para lograr una vida plena, creo que la educación es aun mucho más fundamental para lograr el mismo fin. Los filtros de Facebook y mensajes no van a cambiar nada, quizá ni siquiera esta columna va a lograr un cambio, pero lo que sí lo hará es la educación que les estamos dando a los niños y adolescentes de ahora. A nuestros hermanos, sobrinos, primos o hijos. Tenemos que educar con amor y respeto hacia los otros, decirles que es normal que dos personas se amen sin importar su sexo, que está bien que haya gente distinta, que somos iguales a cualquier ser humano, a cualquier animal.

Sólo así una persona tiene oportunidad de crecer con una mente y corazón sanos, sólo así podemos empezar a cambiar al mundo desde hoy. Tardé 14 años en decirle a mi sobrina que era gay por miedo al rechazo, aún sabiendo que me ama más de lo que otra persona en el mundo, tenemos que dejar ese miedo a un lado y hablar con ellos del tema como cuando hablamos de la escuela. Tenemos que enseñarles que no hay motivo para sentir vergüenza o temor.  Pero lo más importante es que nunca dejemos de educarnos a nosotros mismos.


Hoy me siento triste, vulnerable y lleno de coraje, pero hoy más que nunca sé que los gays tenemos que seguir luchando por ser aceptados dentro de la sociedad como iguales, algunos lo harán marchando, otros siendo quienes son, otros adoptando un estilo de vida o sexo diferente, algunos más casándose o adoptando, otros lo haremos a través de palabras o legalidades, pero cada día es una lucha constante, y no importa cómo decidas enfrentarla, lo importante es que no seamos indiferentes al respecto, y eso nos incluye tanto a los que somos gays como a los que no. Más amor, por favor.

2 comentarios:

  1. Y me dejas reflexionando sobre la manera en que he incentivado inconscientemente tal actitud en la sociedad.Doy clases en prepa y un grupito de sexto en primaria. El otro día hacían comentarios de compañero porque cruzaba la pierna. Y simplemente le dije al "acusador": "...¿te da envidia? ¿no? Entonces pon atencion, porque el como sea que siente, tiene un mejor comportamiento que tu"
    Trato de hacer las cosas bien,desde mi espacio, esta noticia me impactó también. Un fuerte abrazo Roes, el chico de la uní que como me gustaba y a través de sus letras he sido testigo de su crecer.

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